Digamos que soy caprichosa, o cabezota o testaruda, llamalo x, y, gamma, como quieras. Pero en el punto justo. Se qué quiero, sé a quien quiero y esa incógnita sólo tiene un valor, tú. Pero cuando tengo lo que quiero no lo tiro a la basura como un juguete del que te cansas, como una niña de papá, como una estúpida y arrogante niña consentida. Disfruto de ello, le saco partido al máximo, hago que cada momento sea diferente y digno de recordar.
Vuelvo a ser caprichosa en el momento en el que no decido dar segundas oportunidades y de repente mi orgullo emerge aunque sea por un solo segundo para dejar claro quien soy.
Ahora mismo tendrías que hacer un gran esfuerzo para descubrir en qué momento estoy
-Lucía.